El Puente Romano y los pasos de Gárabo


El río Zadorra pasa dulce y mansamente por Víllodas, aunque no siempre ha sido así. Aquí lo tenemos, regalándonos una bonita foto, contando con el puente, naturalmente. Además están los pasos Gárabo, osea, que podríamos hablar de los puentes de Víllodas, y aquí estamos esperando algún día hacer una película.


El Puente mas güay del continente

El puente desde Víllodas, Monte Jundiz al fondo

El río Zadorra: Río del Norte de España, en la provincia de Álava, afluente por la izquierda del Ebro. Tiene una longitud de 70 km. Nace en el pico de Aitgorri, desciende hacia el SO y desemboca junto a Zambrana. En su cabecera se encuentran los embalses de Zadorra y Saltos de Zadorra.

Monte Jundiz al fondo

No olvidemos además que los romanos construyeron en Víllodas un hermoso puente de 10 ojos, que está en la calzada romana que va de Víllodas a Trespuentes atravesando el poblado romano de Iruña. Por esta vía hay que pasar otro puente, también Romano naturalmente, para llegar a Trespuentes, es decir, que de Víllodas a Trespuentes hay que pasar por dos puentes.


Panorama desde el puente

Esta historia, más que con el puente, tiene que ver con la corriente. En otros tiempos no tan lejanos, en invierno el río Zadorra se hacía mucho más mayor de lo que ya es, bajaba muy crecidito, y eso nuevamente atraía la atención de todo el mundo. La crecida llegaba a tal extremo que una casa del pueblo, la de Vidal, siempre se inundaba y todos nos pasábamos a ver hasta donde llegaba el agua ese año. Siempre afectaba a las cuadras del ganado y había que estar atento en espera de la posible evacuación. Mientras duraba la riada en la casa de Vidal no se dormía, en muchas otras casas tampoco, aunque era improbable que el agua llegara a la siguiente casa, la de Julián, que del río podía hablar un poco, y mucho menos que el agua llegara a la Iglesia, que está en lo mas alto, tampoco podría llevarse el nido de las cigüeñas, total, que por ese particular no había problema (véase la primera foto de la página de Víllodas para hacerse una idea). Por si acaso, mientras duraba la riada, había quien dormía con un ojo cerrado y otro abierto, yo no me podía explicar como puede hacerse eso, pero bueno... Mejor que la riada no se lleve nada, ni a nadie por delante, pero de cualquier forma una riada es la órdiga, la hosti-biriki.

El Zadorra, río abajo, desde los pasos de Gárabo.

El río se desbordaba, y prácticamente se cegaban todos los ojos del puente. Se abría y ensanchaba a ambos lados dejándonos incomunicados con el resto del mundo, solo había una salida: echarse al monte por la Sierra de Badaya. El Zadorra a la altura de Víllodas hace un gran meandro y tenemos río dos veces por falta de una, por un lado al Norte tenemos el puente en su salida natural a Vitoria, y por otro al Sur a la altura de la Ermita de San Pelayo, los pasos de Gárabo que nos permiten la comunicación con Nanclares. Si el puente no se podía cruzar por un lado, los pasos por el otro para que te voy a contar.

La presa de Gárabo desde los pasos

El río Zadorra y la presa de Gárabo desde los pasos

A estas alturas de la tarde todo el mundo ha visto la película Secretos del Corazón, de Moncho Armendáriz. Con lo guapo que es el niño, y lo bonito que es Roncal, habrá quien la haya visto siete veces.

El que no la ha visto no sé a que espera. Hay que ir a ver lo emocionante que es para un niño cruzar un río saltando despacio de piedra en piedra, de paso en paso, por que naturalmente los pasos los hacen para las personas mayores, que tienen piernas largas y pueden saltar más.

¿Algún problema para pasar? Pero si está chupao. Estos pasos son de película. Los pasos de Gárabo no eran como estos, había que almorzar fuerte para pasarlos

Para un niño cada paso de los de Gárabo, era un récord de salto de longitud y el río el Zadorra parecía por lo menos el Orinoco.



Pero seguimos con la riada, cuando el Zadorra bajaba cargado, para ver el nivel del río, ir a ver como estaban los pasos de Gárabo era la otra referencia. Si se quería ir a Nanclares había que ir por el monte, camino largo; si los pasos estaban imposibles, había otra alternativa para cruzar el río si el destino era Nanclares.

A la altura de los pasos de Gárabo, había una pequeña presa que alimentaba a una pequeña planta generadora de electricidad, abandonada ya y a una fábrica de harinas, que corrió igual suerte. En ambas naturalmente utilizaban el agua acumulada en la presilla para moler el trigo y generar electricidad en plan industrial. Había vecinos y vecinas de Víllodas que trabajaban en estas dos pequeñas industrias y todos los días tenían que resolver la papeleta, en días de riada, de llegar a la otra orilla. Gracias a esa presa, el agua se embalsaba, las aguas estaban algo menos bravas, era el lugar indicado para cruzar el río en barca si nuestro rumbo era el sur.

Saltando de piedra en piedra se empieza a cruzar el río
El Zadorra desde Gárabo Los primeros pasos
Estos son los primeros pasos, de cada lado, aún queda mucho río por cruzar
La juventud sola, ni hablar, no te dejaban. La barca estaba atada a un buen chopo; subir a ella y soltarla del chopo ya tenía su mérito. Había que remar fuerte para llegar a la otra orilla sin que te arrastrara la corriente, siempre terminabas mas abajo del sitio que querías, y luego había que subir la barca río arriba y dejarla abrazaba a otro buen chopo para tenerla lista en el momento del regreso. El problema venía cuando la barca había sido utilizada por otro vecino y te la encontrabas en la orilla contraria. En fin, aquí se podía contar el cuento aquel del lobo, el cordero, la berza, la barca y el barquero, pero no creo que haga falta. Además, esta operación tenía emoción, ya que si no eras rápido, o no dominabas las artes, podías acabar al borde de la presa, que aunque pequeña, imponía respeto. Algo así como las películas americanas de las cataratas de Niagara, una rubia estupenda en una barca y el malo que la persigue.

Una cosa queda clara: Hay que rehabilitar los pasos. Es muy emocionante cruzarlos, ir a Nanclares andando y dejar el coche en casa; lo único, eso sí, hay que volver pronto a Víllodas. Por la noche, salvo que sea de luna llena, cruzar los pasos tiene su complicación, aunque en noches de luna llena tiene su emoción; en cualquier caso, no se puede cerrar lo que siempre ha sido una vía mas de comunicación de Víllodas con el resto del mundo.


Pero bueno, que nos hemos despistado, estábamos en plena riada, en la parte norte, frente al puente y aislados del resto del mundo. Con el tiempo que ha pasado con este despiste, las aguas han dejado de ser tan bravas y ya se puede ir al puente en carro y con una buena pareja de bueyes. Una vez en mitad del puente, y rodeados de agua por todas partes, el puente se convertía en una isla. El espectáculo entonces era ver bajar el río a toda velocidad. Por el río bajaba de todo, troncos de árboles, muebles, pelotas de goma, fruto de los problemas que seguro habrían tenido los camioneros por las carreteras y los puentes río arriba. Y es que no todos los puentes son como el de Víllodas, que nos aguanta desde hace la tira de años, ¡y lo que le queda!

Lo mejor de todo era cuando bajaban naranjas, cientos, miles de naranjas, todos los años bajaban naranjas y limones por el río cuando había riada.

Ojos del Puente Romano de Víllodas

Nada parecido a los ojos que tienen algunos por la mañana

Así fue como nos enteramos que las naranjas son fruto de invierno. Porque en Víllodas hay muchas cosas, pero no hay naranjos. Rápidamente se corría la voz, y los vecinos de Víllodas nos las ingeniábamos para pescar naranjas. Con una caja de madera, concienzudamente clavada a un palo bien largo, asomados al puente, colocábamos el invento a la altura de la corriente, y como todas las naranjas, y todos los limones tenían que pasar por alguno de los ojos del puente, el artilugio de pescar naranjas recién creado y la habilidad de la gente hacían el resto; valía más el buen rato pasado que las naranjas conseguidas, por que no te las podías comer, ya que algunas estaban reventadas, y de ello se beneficiaba el ganado porcino. Algunos eran auténticos expertos en la cosecha de naranjas.


También había pasos para cruzar el río, en el prado, antes de la primera curva del río, y además el río en este punto, tenía en medio una isla por la que había que pasar necesariamente si se quería llegar a la otra orilla sin mojarse. Esta isla era otra pequeña maravilla, ya que en ella podíamos encontrar huevos de pato, de pata mas bien, y cuadrillas enteras de patos que vivían a sus anchas. Eran los rebeldes, los que no volvían a casa, aunque para entender mejor esto, visita, si no lo has hecho ya, la página de Los patos del Zadorra (el índice está a tu izquierda), pero mejor cuando termines de ver esta, que ya te queda poco.

Otra forma de cruzar el río, era por las grandes lastras de piedra que había puente arriba, a la entrada del prado de San Juan, había que dar verdaderos saltos, e incluso tomar carrerilla en algunos casos. Nuevamente emociones, aunque esto solo se hacía los domingos, pues no había ninguna razón ni necesidad de cruzar el río por ese sitio habiendo 100 m. mas abajo un puente tan hermoso. Pero los domingos, eran los domingos, y este día nos dejaban hacer más cosas. Esto era para llegar antes a las choperas de la otra orilla y de paso ir a la única casa que había al otro lado del río, y en la que siempre te daban algo; finalmente acabó siendo BAR y TIENDA, para atraer a los vecinos, y a los Vitorianos que venían los domingos a pasar el día al río.


PRIMER PREMIO

Si has llegado hasta aquí, bien te mereces el PRIMER PREMIO, no te puedo regalar nada, pero te propongo un rato de entretenimiento. Cada vez que pulsamos sobre un cuadro, ese cuadro cambia de estado (encendido/apagado), y los cuadros con lados comunes también. El juego consiste en dejar todos los cuadros encendidos, osea de color amarillo. Si tienes instalado el producto SurfinGate Security Message (control de código malicioso), no podrás ver esta monada de juego, ya que lo considera malicioso, pero puedo segurarte que no lo es.



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